«Leí "La Transformación" cuando tenía 13 o 14 años, en una noche, de un tirón. Tal vez incluso dos veces seguidas, como acostumbraba a hacer en ocasiones. A medida que pasan los años y los acontecimientos se suceden, encuentro a Franz Kafka más pertinente, con ese humor que se tiene por judío pero que no es sino una forma muy antigua de humanismo... una cósmica desesperanza...».